Cuesta imaginar que alguien tan simpático, intelectual y apacible haya podido formar parte de Sendero, empuñar un arma o asaltar una cárcel (según F., solo alguien que hubiera tomado parte en ese episodio podría describirlo con tanto lujo de detalle). Y luego pasar por la cárcel él mismo.
C. es un tipo dogmático, recita al dedillo frases de Lenin y sigue fiel al Pensamiento Gonzalo – a lo largo de la conversación no dejaría de hacer referencias al Dr. Guzmán. Para C. el conflicto armado ha sido el mayor acontecimiento social de la historia reciente del Perú y, al igual que el anciano J., a quien conocí el otro día en la Plaza San Juan Bautista, considera que fue el ejército y no Sendero quien cometió excesos en la guerra popular. Según él, Sendero trataba de ayudar al pueblo, formándolo y adoctrinándolo.
Mientras hablaba, no dejaba de mirar para atrás, supongo que por si alguien estaba escuchando lo que decía. He quedado con él en que me pasaré a verlo de nuevo otro día para charlar con más tranquilidad, y espero que con el tiempo acceda a hablar ante la cámara.